Los huesos largos son huesos densos y duros que proveen estructura, movilidad y resistencia.
Son huesos alargados que se compone de un tubo de hueso compacto al que se le llama diáfisis, a su vez encierra una médula ósea y junto a los dos extremos llamados epífisis forman varios cóndilos y una cabeza. El ejemplo más común de un hueso largo es el hueso del muslo llamado fémur.
También algunos huesos que están en los dedos de las manos pueden ser clasificados como huesos largos, a pesar de que estos huesos tienen una longitud corta. Esto sucede debido a la forma de los huesos y no por su tamaño.
Los huesos largos también están compuestos por médula ósea roja y médula ósea amarilla, ambas sirven para producir células sanguíneas.
¿CUALES SON SUS PARTES?
Partes del hueso largo
Epífisis
La epífisis es la parte del extremo que tiene un hueso largo. En esta zona se encuentran ubicadas las articulaciones. La forma de la epífisis suele ser más ancha que la de la diáfisis, también conocida como porción central del hueso largo.
La epífisis está conformada por un tejido esponjoso en la parte del centro y también por una capa de tejido compacto muy delgada en la zona periferia, esta parte está separada de la porción central del hueso gracias a una región a la que se le llama metáfisis, justamente en esta parte se encuentra el cartílago de crecimiento.
Existen dos tipos de epífisis: una es la epífisis proximal que se encuentra cerca de la raíz del miembro, la otra se llama epífisis distal y está mucho más alejada.
Diáfisis
La diáfisis es la parte central del cuerpo de los huesos largos. Esta parte tiene apariencia alargada y cilíndrica, se ubica en el medio de los dos extremos del hueso.
Los huesos más importantes que tienen diáfisis en la anatomía del ser humano son la tibia, el peroné o fíbula, el fémur, las falanges de las extremidades inferiores, los metatarsianos, el cúbito, el húmero, las falanges y los metacarpianos de las extremidades superiores y el radio. También hay otros huesos que no son parte de las extremidades, tales como las costillas y la clavícula.
Médula Ósea Amarilla
La médula ósea amarilla está compuesta por hematíes y adipocitos que se encuentran dispersos y forma parte de la creación de la sangre. En el ser humano adulto está ubicada en la parte interna de los huesos largos y constituye en ser una fuente de reserva energética.
Médula Ósea Roja
La médula ósea roja se encarga de elaborar las defensas inmunitarias en el organismo. También se responsabiliza de almacenar la células grasas en concentraciones de tamaño pequeño, es fácilmente localizable en huesos de gran tamaño como el fémur.
La médula ósea roja se llama así debido a su color y es una sustancia bastante irrigada, está básicamente compuesta de vasos sanguíneos y el tejido conectivo los cuales a su vez se componen de: células macrófagas, eritrocitos, megacariocitos y células grasas.
La médula ósea roja es abundante en los recién nacidos, pero a partir de los 25 años la médula ósea roja empieza a ser reemplazada por médula ósea amarilla. En un adulto joven la cantidad de médula ósea amarilla y médula ósea roja es de 50% cada una.
Cóndilo
El cóndilo es la cabeza, protuberancia redondeada o eminencia de la extremidad de un hueso largo que se conecta en el hueco de otro hueso a fin de formar una articulación. La superficie articular del cóndilo tiene forma convexa dividida en dos direcciones, mientras que la del hueso que lo recibe es cóncava en dos direcciones también.
Está compuesta por dos ejes de movimiento, los cuales son: eje transversal el cual extiende y flexiona, y eje sagital en el cual se separa del cuerpo a través de la abducción y también se acerca al cuerpo gracias a la aducción.